Entonces... Esperando la noche en los pasillos perdidos de la ciudad, las agujas del tiempo segundo a segundo ríen su sonrisa lenta. Acompañada por los desesperados que nada tienen que perder. Lo intentará todo y hará lo que sea, sufrirá llagas, arrastrará sus muñones, pisará sus vísceras, pero nada servirá... ¡No puede morir! Quemará los segundos huyéndole al sol, que en cuanto la toque iniciará el grotesco ciclo otra vez y otra vez...